Lo primero que desde ARALAR queremos resaltar en este
debate es la importancia de la PAZ. Nuestro pueblo, nuestra sociedad, tiene
ante sí la mejor oportunidad para lograr la PAZ. La PAZ es uno de nuestros
retos y uno de los principales quehaceres que tenemos los y las representantes
políticos.
La PAZ
que hagamos hoy, y como gestionemos esta oportunidad, sentará a futuro los
pilares de la convivencia de nuestra sociedad. Por eso la gestión de la
situación que vivimos debe ser especialmente delicada. Todos y todas debemos
actuar con determinación pero con generosidad. Y marcándonos como horizonte
lograr una paz que esté basada en la justicia y que tenga unas bases sólidas.
Decía
Gabriel Aresti aquello de “nire aitaren etxea defendatuko dut”, “defenderé la
casa de mi padre”. Pero más importante que defender la casa del padre es
defender la de los descendientes. Aunque, en este caso es la misma casa.
Debemos asentar la paz para defender la tierra que compartimos y en la que convivimos.
Y las herramientas que tenemos para ello son las armas más poderosas que
existen: la palabra y el diálogo. Que son el fundamento de la igualdad y la
diversidad. Que conllevan el reconocimiento mutuo entre diferentes y son
pilares de la dignidad humana. Bajo esos pilares debe descansar la PAZ. La
argamasa de la construcción de la PAZ son los Derechos Humanos. Sobre estos se
apoya el terreno de juego de la solución del conflicto vasco. Los Derechos
Humanos fundamentan y delimitan el
espacio colectivo democrático. Y es sobre ese espacio de la colectividad
social, del común de nuestro pueblo, sobre el cual debemos construir la paz.
Porque la construcción de la paz es la reconstrucción de la sociedad vasca y
sus pilares de convivencia. Los Derechos Humanos conllevan la dignidad del individio por sí mismo y como perteneciente
a la colectividad, y son la garantía del diálogo entre iguales, y por lo tanto
del reconocimiento mutuo. Los Derechos Humanos son la base de la Paz. Por eso
la paz no puede limitarse al ámbito exclusivamente ético, es decir, al ámbito
de la moral racional, la paz no puede degradarse al ámbito exclusivamente
individual. Ni muchisimo menos podemos caer en el peligroso juego de poner
suelos a la paz. La ética sucede en el fuero interno de las personas. Pertenece
a la individualidad. La PAZ, sin embargo, es algo más enorme y más complejo:
pertenece a la colectividad, a la sociedad. A la sociedad presente y a la
sociedad futura. Por eso la paz debe sustentarse sobre fundamentos propios de la
colectividad, como lo son la igualdad, la diversidad y los Derechos Humanos.
El 20 de
octubre de 2010 la lucha armada de ETA se acabó para siempre. Desde ese día ya
no existe la violencia de ETA en este país. Ese fue el primer paso y el paso
fundamental para la paz.
Antes de
eso se había firmado bajo la sombra del árbol que simboliza las libertades y la
soberanía de Euskal Herria el histórico e imprescindible Acuerdo de Gernika. El
acuerdo de Gernika constituye la hoja de ruta de la paz. Y lo reivindicamos en
todas y cada de las letras de todas y cada una de las palabras de sus 8 puntos,
que deben ser cumplidos a través de la unilateralidad, que debe ser clave en la
construcción de la paz. El contenido del Acuerdo de Gernika encontró el
respaldo de la comunidad internacional a través de los 5 puntos de la
Declaración de Aiete, la declaración firmada por Koffy Annan, entre otras
personalidades, que significa el compromiso internacional y la voluntad de
contribuir a construir una paz consolidada sobre una fórmula justa.
En primer
lugar, es esencial la distinción entre la resolución de las cuestiones que se
derivan de el ejercicio de la violencia. Esas corresponde solucionar a ETA y al
Gobierno del Estado. Por otro lado, es fundamental acometer las bases de normalización
política, que es imprescindible para la convivencia social entre diferentes,
que eso es cosa de todos y todas, empezando por los representantes políticos y
por los agentes sociales de este país. Ambos son pilares imprescindibles de la
paz.
Entre las
primeras están el desarme de ETA y su fin como organización armada, la
respuesta que debe darse a las víctimas, que son merecedoras del reconocimiento
y de la reparación, y la necesaria solución para los presos. Se habla de la
disolución de ETA, pero ETA tiene tareas pendientes antes que disolverse, como
el desarme y el reconocimiento y reparación a las víctimas que ha generado. Y debe actuar desde la
unilateralidad, que significa dar pasos uno mismo sin esperar a que los dé el
de enfrente. Debe hacerlo para quitarle al Gobierno Español todas las excusas
que utiliza para bloquear el proceso y mantener una política penitenciaria
criminal. Estas tres cuestiones (víctimas, presos y desarme) deben, las tres,
resolverse y deben darse pasos en positivo para avanzar. Pero no debemos
meterlas todas en el mismo saco. Cada una tiene su propia complejidad y sus
sensibilidades y debe tener su desarrollo y tratamiento propio. Aunque,
evidente,ente todo está conectado.
Hoy
presentamos esta iniciativa para hablar de uno de esos puntos. Que es el que se
refiere a la solución que el Gobierno del Estado ha de dar a los presos
políticos. ETA ha decretado el fin de la violencia. De su violencia. Y también
se están dando pasos efectivos a favor del reconocimiento y de la reparación
para las víctimas de la violencia. Empezando por el acuerdo de Gernika y la
propia declaración de Aiete.
Sin
embargo, el gobierno español continúa con una política penitenciaria vulneradora
de los Derechos Humanos. Una política penitenciaria que se basa en
legislaciones especiales y que es decidida por tribunales especiales. Las
legislaciones y los tribunales especiales son siempre contrarios a los
fundamentos de cualquier Estado de Derecho, que requieren la igualdad ante la
ley, las mismas leyes para todos, el respeto escrupuloso a las garantías
procesales, y la competencia universal órganos judiciales independientes y
ordinarios. La política penitenciaria del gobierno español es todo lo
contrario, vulnera los convenios europeos en materia de Derechos Humanos. Es el
reflejo de la aplicación de un derecho penal del enemigo. Todo lo contrario de
lo que debería ser la acción de la Justicia.
Es obligatorio el fin de la
dispersión que castiga a familiares que tienen que desplazarse miles de
kilómetros para visitar a sus familiares presos. Que aleja a los presos de su
entorno social, que añade a las penas fijadas en la sentencia, la del
destierro, la del exilio, la del alejamiento de sus entornos.
Es necesario que se deje sin
efecto la doctrina parot, que impone cadenas perpetuas “de facto”, al hacer el
cómputo de lo beneficios penitenciarios sobre el total de la pena y no sobre el
límite máximo de cumplimiento de las penas. El Tribunal Europeo de Derechos
Humanos de Estrasburgo ha sentenciado que la doctrina parot vulnera los
Derechos Humanos. Por eso debe acabarse.
Es necesario que se decrete la
libertad condicional para aquellos reclusos que sufren enfermedades graves o
incurables. Mantener en prisión a quien se está consumiendo por la enfermedad
es inhumano, es contrario a los Derechos Humanos.
Es necesario que, en
aplicación de lo dispuesto en el código penal y en la ley orgánica general
penitenciaria se permita el acceso al tercer grado penitenciario y, en su caso,
a la libertad condicional de aquello reclusos que hayan cumplido ¾ partes o,
2/3 partes de la condena.
Y es fundamental que se deje
en libertad inmediatamente a todas aquellas personas que están en la cárcel
única y exclusivamente por ejercer la actividad política.
Además de eso podríamos hablar
de muchas cosas: de montajes policiales, de personas que han agotado el tiempo
máximo en prisión provisional, y, tras cuatro años en la cárcel han salido
absueltas y libres de todos los cargos. Inocentes que han estado 4 años en la
cárcel. La criminalización de la militancia política etc.
El gobierno Español debe dar
pasos hacia la paz y cambiar su política penitenciaria. Y desde este
Ayuntamiento, así debemos reclamárselo. Lo exige la PAZ, los Derechos Humanos y
la construcción de unos pilares sólidos que asienten la convivencia del futuro.
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