Horra hor gaur Diario de Noticiasek argitaratu didan iritzi artikulua:
Se han acabado las fiestas de Sanfermín y es hora de, con base a algunas actuaciones de la Policía Municipal, hacer una reflexión pausada sobre el futuro del propio cuerpo en cuanto a su imagen social. Reflexión que debe partir de un reconocimiento a la labor realizada por aquellos y aquellas policías municipales que han cumplido honradamente su trabajo, que se ha visto manchado por la nefasta utilización política de la Policía Municipal que Yolanda Barcina y del equipo de Gobierno de UPN han hecho.
Comenzando por el día 6, cuando antes del txupinazo se produjo una intervención de unos 20 policías municipales en las inmediaciones de una plaza Consistorial abarrotada para aprehender una ikurriña. Partiendo de que la ikurriña es una bandera legal y con un gran significado en cuanto a la identidad de Navarra y por lo que supuso en la lucha antifranquista, la actitud de quien urdió tal intervención sólo puede tacharse de obsesiva y predemocrática, constituyendo la misma una falta de respeto a la libertad de expresión, a la pluralidad y a la propia legalidad vigente. Además de producirse en un momento delicado, lleno de riesgos para el aseguramiento del buen desarrollo del txupinazo. Pero como dijo Antonio Machado, "es propio de hombres con cabezas medianas embestir contra todo aquello que no les cabe en la cabeza".
El día 7, en un ataque de hooliganismo a la española sin precedentes, UPN y Barcina se empecinaron en instalar una pantalla gigante en plena Plaza del Castillo para retransmitir el Mundial de fútbol. La pantalla podría haberse colocado en la plaza Conde Rodezno, Antoniutti, Trinitarios, campa de Irubide, Plan Sur o en cualquier otra zona de la ciudad donde no existe programación festiva y donde no hubiera sido necesario desnaturalizar la fiesta con elementos ajenos. Pero el estilo impositivo de la alcaldesa obligó a saltarse el programa oficial suprimiendo a la brava un acto que nunca había sido suspendido como los bailables de txistu y gaita que, afortunadamente, y gracias al empeño de cientos de pamploneses que de verdad sienten la ciudad, se celebraron con un más que notable éxito. Aunque el sentido común ciudadano estuvo muy por encima del que demostraron los mandatarios regionalistas, desgraciadamente hubo que lamentar enfrentamientos que se saldaron con varios heridos. El joven gaditano apuñalado que portaba camiseta de la selección española, el trabajador del servicio de limpieza pública que fue agredido al llevar un gorro de Gora Euskadi o el joven pamplonés que llevaba una pegatina reivindicativa y al que le rompieron la tibia y el peroné, son tres tristes ejemplos que un poco de cintura política, prudencia y procura por la paz social pudieron haber evitado.
Hizo buena Barcina la frase de Ángel González de que lo importante es "la rígida firmeza en error", y el día 11 se volvió a repetir la retransmisión del Mundial de fútbol, acompañada de una importante dosis de fomento del nacionalismo español más rancio y excluyente. Esta vez, haciendo coincidir la ubicación de la pantalla gigante con la merienda popular que, anunciada con varias semanas de antelación, las peñas iban a celebrar. Afortunadamente, a una decisión con tintes provocadores respondieron las peñas con un ejemplar comportamiento, anteponiendo el interés de la ciudad y el buen desarrollo de las fiestas al adelantar la hora y modificar el recorrido de sus pasacalles para evitar coincidir con algunos que fueron a la Plaza del Castillo a buscar algo más que fútbol. Por desgracia, todo esto no evitó que se produjeran incidencias graves como la irrupción de varios individuos en la merienda de las peñas portando símbolos franquistas y armados con un machete, una porra extensible, una pistola y un gas con el que rociaron a la multitud y que afectó a varias personas. A pesar de que los hechos son públicos y notorios, tanto la Delegación del Gobierno como el Área de Seguridad Ciudadana guardan un estruendoso silencio ante los mismos. ¿Responderá alguien de la presencia de hombres armados con símbolos franquistas que se pasearon libremente por nuestra ciudad? Desde Nafarroa Bai creemos que debe darse una investigación exhaustiva que determine, además de las responsabilidades del incontrolado, posibles responsabilidades políticas de quien ha permitido que algo de gravedad semejante ocurra en el corazón de Pamplona.
Sin embargo, hay un hecho que a pesar de lo anecdótico es muy esclarecedor. El suceso en cuestión aconteció durante el concierto de Bertín Osborne. Según testigos presenciales, mientras el público escuchaba al cantante en el lugar donde le correspondía por orden de llegada, ya iniciado el concierto, Yolanda Barcina apareció con su séquito rodeada de policías municipales que le abrieron pasillo hasta llegar a la primera fila, pasando por delante de muchos que, sin duda, hubieran preferido presenciar el concierto en primera fila, pero que por norma básica de conciencia social y por vergüenza torera no lo hicieron.
Sería injusto imputar este tipo de conductas al 100% de la plantilla del cuerpo, ya que la mayoría de policías municipales han cumplido su trabajo con honradez. Sin embargo, existe un grupo numeroso de efectivos que se deja seducir por la utilización partidista impuesta y fomentada por quienes han urdido una forma de actuar que ha hecho mella en el concepto que la ciudadanía tiene de la Policía Municipal. El tándem Barcina-Santamaría empieza a ser letal para el porvenir de una imagen social políticamente neutral de la Policía Municipal.
Pese al carente de responsabilidad giro copernicano del PSN que, en cuestión de semanas pasó de apoyar a Nafarroa Bai en la exigencia del cese del jefe de la Policía Municipal a ser el pilar de apuntalamiento de Santamaría y del modelo policial de Barcina, recuperar la credibilidad y el buen nombre de la Policía Municipal es un objetivo imprescindible para el cual es necesario un cambio de modelo, avanzando hacia una policía de proximidad. Y el cambio sólo será posible partiendo del cese de Santamaría como jefe de la Policía Municipal.
Éstos han sido los últimos Sanfermines de Yolanda Barcina como alcaldesa de Pamplona. Unas fiestas que en su esencia son espontáneas, populares, de calle y participativas y que Barcina ha pretendido protocolizar, oficializar, encerrar, privatizar y, en suma, desnaturalizar y empobrecer. Y para ello no ha dudado en valerse de la Policía Municipal, causando grave daño en la imagen de la misma. Trabajaremos en positivo para que la ciudadanía recupere la confianza en la Policía Municipal, y, a la vez, nos emplearemos a fondo para recuperar la esencia de los Sanfermines.
Se han acabado las fiestas de Sanfermín y es hora de, con base a algunas actuaciones de la Policía Municipal, hacer una reflexión pausada sobre el futuro del propio cuerpo en cuanto a su imagen social. Reflexión que debe partir de un reconocimiento a la labor realizada por aquellos y aquellas policías municipales que han cumplido honradamente su trabajo, que se ha visto manchado por la nefasta utilización política de la Policía Municipal que Yolanda Barcina y del equipo de Gobierno de UPN han hecho.
Comenzando por el día 6, cuando antes del txupinazo se produjo una intervención de unos 20 policías municipales en las inmediaciones de una plaza Consistorial abarrotada para aprehender una ikurriña. Partiendo de que la ikurriña es una bandera legal y con un gran significado en cuanto a la identidad de Navarra y por lo que supuso en la lucha antifranquista, la actitud de quien urdió tal intervención sólo puede tacharse de obsesiva y predemocrática, constituyendo la misma una falta de respeto a la libertad de expresión, a la pluralidad y a la propia legalidad vigente. Además de producirse en un momento delicado, lleno de riesgos para el aseguramiento del buen desarrollo del txupinazo. Pero como dijo Antonio Machado, "es propio de hombres con cabezas medianas embestir contra todo aquello que no les cabe en la cabeza".
El día 7, en un ataque de hooliganismo a la española sin precedentes, UPN y Barcina se empecinaron en instalar una pantalla gigante en plena Plaza del Castillo para retransmitir el Mundial de fútbol. La pantalla podría haberse colocado en la plaza Conde Rodezno, Antoniutti, Trinitarios, campa de Irubide, Plan Sur o en cualquier otra zona de la ciudad donde no existe programación festiva y donde no hubiera sido necesario desnaturalizar la fiesta con elementos ajenos. Pero el estilo impositivo de la alcaldesa obligó a saltarse el programa oficial suprimiendo a la brava un acto que nunca había sido suspendido como los bailables de txistu y gaita que, afortunadamente, y gracias al empeño de cientos de pamploneses que de verdad sienten la ciudad, se celebraron con un más que notable éxito. Aunque el sentido común ciudadano estuvo muy por encima del que demostraron los mandatarios regionalistas, desgraciadamente hubo que lamentar enfrentamientos que se saldaron con varios heridos. El joven gaditano apuñalado que portaba camiseta de la selección española, el trabajador del servicio de limpieza pública que fue agredido al llevar un gorro de Gora Euskadi o el joven pamplonés que llevaba una pegatina reivindicativa y al que le rompieron la tibia y el peroné, son tres tristes ejemplos que un poco de cintura política, prudencia y procura por la paz social pudieron haber evitado.
Hizo buena Barcina la frase de Ángel González de que lo importante es "la rígida firmeza en error", y el día 11 se volvió a repetir la retransmisión del Mundial de fútbol, acompañada de una importante dosis de fomento del nacionalismo español más rancio y excluyente. Esta vez, haciendo coincidir la ubicación de la pantalla gigante con la merienda popular que, anunciada con varias semanas de antelación, las peñas iban a celebrar. Afortunadamente, a una decisión con tintes provocadores respondieron las peñas con un ejemplar comportamiento, anteponiendo el interés de la ciudad y el buen desarrollo de las fiestas al adelantar la hora y modificar el recorrido de sus pasacalles para evitar coincidir con algunos que fueron a la Plaza del Castillo a buscar algo más que fútbol. Por desgracia, todo esto no evitó que se produjeran incidencias graves como la irrupción de varios individuos en la merienda de las peñas portando símbolos franquistas y armados con un machete, una porra extensible, una pistola y un gas con el que rociaron a la multitud y que afectó a varias personas. A pesar de que los hechos son públicos y notorios, tanto la Delegación del Gobierno como el Área de Seguridad Ciudadana guardan un estruendoso silencio ante los mismos. ¿Responderá alguien de la presencia de hombres armados con símbolos franquistas que se pasearon libremente por nuestra ciudad? Desde Nafarroa Bai creemos que debe darse una investigación exhaustiva que determine, además de las responsabilidades del incontrolado, posibles responsabilidades políticas de quien ha permitido que algo de gravedad semejante ocurra en el corazón de Pamplona.
Sin embargo, hay un hecho que a pesar de lo anecdótico es muy esclarecedor. El suceso en cuestión aconteció durante el concierto de Bertín Osborne. Según testigos presenciales, mientras el público escuchaba al cantante en el lugar donde le correspondía por orden de llegada, ya iniciado el concierto, Yolanda Barcina apareció con su séquito rodeada de policías municipales que le abrieron pasillo hasta llegar a la primera fila, pasando por delante de muchos que, sin duda, hubieran preferido presenciar el concierto en primera fila, pero que por norma básica de conciencia social y por vergüenza torera no lo hicieron.
Sería injusto imputar este tipo de conductas al 100% de la plantilla del cuerpo, ya que la mayoría de policías municipales han cumplido su trabajo con honradez. Sin embargo, existe un grupo numeroso de efectivos que se deja seducir por la utilización partidista impuesta y fomentada por quienes han urdido una forma de actuar que ha hecho mella en el concepto que la ciudadanía tiene de la Policía Municipal. El tándem Barcina-Santamaría empieza a ser letal para el porvenir de una imagen social políticamente neutral de la Policía Municipal.
Pese al carente de responsabilidad giro copernicano del PSN que, en cuestión de semanas pasó de apoyar a Nafarroa Bai en la exigencia del cese del jefe de la Policía Municipal a ser el pilar de apuntalamiento de Santamaría y del modelo policial de Barcina, recuperar la credibilidad y el buen nombre de la Policía Municipal es un objetivo imprescindible para el cual es necesario un cambio de modelo, avanzando hacia una policía de proximidad. Y el cambio sólo será posible partiendo del cese de Santamaría como jefe de la Policía Municipal.
Éstos han sido los últimos Sanfermines de Yolanda Barcina como alcaldesa de Pamplona. Unas fiestas que en su esencia son espontáneas, populares, de calle y participativas y que Barcina ha pretendido protocolizar, oficializar, encerrar, privatizar y, en suma, desnaturalizar y empobrecer. Y para ello no ha dudado en valerse de la Policía Municipal, causando grave daño en la imagen de la misma. Trabajaremos en positivo para que la ciudadanía recupere la confianza en la Policía Municipal, y, a la vez, nos emplearemos a fondo para recuperar la esencia de los Sanfermines.
No hay comentarios:
Publicar un comentario