2010/10/08

IRUÑEA, FIESTA DE LA CULTURA, FIESTA DE LA LIBERTAD


Ayer el Pleno del Ayuntamiento censuró a Barcina por el rotundo fracaso de su política cultural, materializado en el trompazo de Pamplona 2016. Y es que Barcina, ahogando a colectivos populares, marginando la cultura de la calle, con una indefinición en cuanto a estrategias y proyecto cultural de ciudad ha demostrado ser una pésima gestora también en materia cultural. Y una Ciudad con la potencialidad cultural, social y popular que tiene Iruñea no se merece que la incompetencia de UPN le lleve al fracaso. Es tan sencillo como tener una actitud abierta a la participación de los agentes culturales y populares de la Ciudad y sus barrios. Es tan sencillo como generar unas políticas activas de fomento difusión del euskara. Es tan sencillo como crear una dinámica de diálogo social y ciudadano de cara a diseñar estrategias participativas que comiencen desde la base. Es tan sencillo como, también en lo cultural, tener una actitud de feed-back con los agentes culturales, de apertura, de empatía y de inteligencia emocional participativa. Es tan sencillo como saber aprovechar la gran potencialidad de Iruñea en materia cultural para crear un tsunami de cultura en la ciudad. La candidatura a Capital Europea de la Cultura tenía que haberse basado en la apuesta sincera de crear en Pamplona una verdadera rEvolución cultural, de llevar la música, la pintura, la escultura, el teatro etc. a la calle, de haber puesto a disposición de la ciudadanía la oportunidad de disfrutar del arte y la cultura como nunca había habido en Pamplona. Pero para ello hay que comprender que la cultura no es un mero bien de consumo, sino una conjunción de ejercicios de Libertad. Para ello habría sido necesario empezar entendiendo que la cultura nace, se alimenta y se desarrolla de la calle, por la calle y para la calle. Y la calle es el pueblo. Por eso no se puede pretende crear cultura dando la espalda al Pueblo.

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